El sabbatellismo hace campaña con la seguridad, otra materia pendiente en su última gestión
Tan solo cuatro años atrás, Nuevo Encuentro quedó encerrado entre el relato garantista de Puerto Madero y la “mano dura” del sciolismo, con quien siempre rivalizó. En el medio, los vecinos, a quienes el ex intendente Ghi les había prometido ocuparse de la “principal demanda”. Jamás cumplió.
Hombre de reiteración y sinónimos, a Lucas Ghi se lo recuerda en los barrios de Morón por sus palabras, o sea, por decir, y no por hacer. Como cuando aludía a la problemática de la inseguridad: “El derecho a la seguridad solo se logra si el Estado logra la seguridad de los derechos”, repetía.
Pues bien, que a pesar de reconocer el reclamo como la “principal demanda” de los vecinos, jamás escapó de la trampa kirchnerista de, en efecto, no hacer absolutamente nada para luchar contra el delito. Porque la premisa de alcanzar la seguridad de los derechos resulta loable, claro. Pero así, sin más que el trabalenguas, quedaba postergada la inmediatez que requería el tratamiento de la escalada delictiva disparada durante su gestión.
De esta manera fue que, en aquel momento, el sabbatellismo quedó trabado entre el garantismo pregonado desde Puerto Madero, en vehículos blindados y con custodia privada, y la “mano dura” que insinuaba Daniel Scioli. Aquella que sugería emplear para, justamente, diferenciarse del kirchnerismo, que ya entonces perdía credibilidad ante el día a día de los vecinos, quienes padecían en primera persona las diferentes versiones de la inseguridad.
Por ello, en reconocidas rivalidades con el anterior gobernador, Ghi solía acompañar sus promesas con una variante del “siempre que la Provincia pueda responder las expectativas”, tal como todavía se puede cotejar en numerosas entrevistas online.
En resumen, ni una cosa ni la otra: palabras. Porque es cierto que “las ciudades más seguras son las ciudades donde todos tenemos la seguridad de comer”, como insistía el mejor alumno de Sabbatella, pero quedarse con ello es, por lo menos, no entender el “durante”.
De cara a las PASO, el archivo y lo comprobable durante su mandato, le resta votos a Ghi, que dejó apenas 60 cámaras de seguridad funcionando. El dato y la inversión ausente contradice cualquier discurso que pretenda, al menos, fingir interés por la bastardeada “demanda principal”.