El complejo equilibrio del Presidente frente a los desbordes de su vicepresidenta

“No hay doble comando en la Argentina. Yo tengo la lapicera y los cartuchos de tinta. Hay mucha gente que quisiera que yo ignore a Cristina, pero no lo voy a hacer”, afirmó ayer Alberto Fernández, durante una entrevista con radio Rivadavia.

En el lenguaje de las relaciones económicas e internacionales, el gobierno argentino tiene hoy, dos graves conflictos.

El primero, con el Fondo Monetario Internacional, justo en momentos en que arribó una misión del organismo para iniciar las negociaciones formales por la deuda, de las cuales el Presidente está más que pendiente porque de su resultado depende el plan económico.

Ocurre que la vicepresidenta, haciendo uso de la verborragia que utilizaba cuando era presidenta, acusó días atrás al Fondo de violar el estatuto para otorgarle un préstamo ilegal a la Argentina, cuando la gobernaba Mauricio Macri. Y de pasó, le exigió una quita. Pero hay detalles que endurecen el mensaje en código político. Lo hizo en Cuba y acompañada por el presidente de ese país, Miguel Díaz Canel.

¿Cómo le habrá caído a Donald Trump, que hace poco manifestó su respaldo a Alberto F. ante el FMI, en plena campaña y mientras busca el voto latino con un discurso antichavista y anticubano?

La consecuencia inmediata fue una declaración del FMI negando violación normativa alguna. Haciendo malabares, el Presidente consideró “pertinente” lo dicho por su vice, al recordar que esas mismas críticas las había vertido él cuando era candidato y le tocó reunirse con las autoridades del Fondo. Claro, era candidato y las cosas que puede decir un candidato no son las mismas que puede manifestar un Presidente.

De hecho, unos quince días antes de que se hiciera público que Martín Guzmán sería el ministro de Economía, ya lo sabía de boca del propio Alberto la directora del FMI, Kristalina Georgieva, a quien pidió que lo recibiera.

Por eso de inmediato, y sin desacreditar a Cristina Kirchner sino reinterpretar sus dichos, Alberto aclaró que él quisiera un “diálogo sensato” con el FMI y “llegar a un acuerdo” para que el país funcione. No es el mismo contenido ni el tono de lo que había dicho la vicepresidenta.