Histórico mensaje de Francisco ante una plaza vacía: «Nadie se salva solo»
El Papa Francisco aseguró este viernes que «nadie se salva solo» de la crisis mundial generada por la propagación del coronavirus, durante un histórico rezo que encabezó en soledad en la Plaza San Pedro, para pedir por el fin de una pandemia con la que, afirmó, todos «dieron cuenta de que estaban en la misma barca, frágiles y desorientados».
«Desde hace algunas semanas parece que todo se ha oscurecido», inició el pontífice su mensaje desde el atrio central de la Basílica de San Pedro, frente a una plaza usualmente colmada por decenas de miles de fieles, pero este miércoles vacía por las medidas adoptadas por el Vaticano durante la pandemia.
«Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas», planteó Jorge Bergoglio, en la oración que fue transmitida en vivo a través de streaming.
En el inédito rezo en una Roma lluviosa, el Papa estuvo flanqueado por los dos símbolos frente a los que había orado el domingo 15 de marzo en su única salida del Vaticano desde la difusión de la pandemia.
Uno es el crucifijo milagroso expuesto en la iglesia de San Marcelo en Via del Corso que, según la tradición católica, salvó a la capital italiana de la peste de 1522, y al que Francisco besó en los pies tras su homilía.
En sintonía con las misas matutinas que celebra a diario en la capilla de su residencia de Casa Santa Marta, Francisco recordó que las «vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes, corrientemente olvidadas, que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia«.
En ese grupo, incluyó a «médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo».